Los Bravos de León se quedaron sin fuelle ante su afición en el Estadio Domingo Santana, al ser barridos por los Pericos de Puebla en una serie que dejó más frustraciones que festejos. El tercer y último juego terminó con un 11-8 a favor de los visitantes, quienes no solo dominaron en el diamante, sino que también dejaron claro que su ofensiva está encendida. Los Bravos tendrán que reordenarse pronto si quieren volver a rugir y mantenerse competitivos en la Zona Sur.
La noche comenzó con un mal sabor para la novena leonesa, cuando el abridor cubano Josimar Cousin fue sorprendido desde la segunda entrada por Miguel Aparicio, quien impulsó la de la quiniela con un sencillo al jardín derecho. Pero lo peor estaba por venir. En el tercer episodio, Estamy Ureña prendió fuego al estadio con un grand slam que empujó a Cedrola, Quintero y Adames, dejando a los Bravos tambaleando demasiado temprano.
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Los errores defensivos también jugaron en contra del equipo local, como el tiro desviado de Marco Chicuate que permitió una anotación adicional. A esto se sumaron más imparables oportunos de los Pericos, incluyendo los de Adames y Santana en la séptima entrada, que completaron un rally de cuatro carreras letal.
Pese a la desventaja, los Bravos mostraron algo de garra en la parte baja de la séptima, recortando distancias con cinco anotaciones que encendieron momentáneamente las tribunas. Alberth Martínez, Marco Chicuate y Smith fueron claves en esa reacción, aunque al final solo se sumó una más en la novena, insuficiente para cambiar la historia.
Ahora, los Bravos buscarán recomponer el camino cuando reciban a los Piratas de Campeche del martes al jueves, en otra serie en casa que promete emociones. Será una oportunidad para sacarse la espina y, con suerte, volver a encender la chispa que su afición está esperando.
